Este es el mensaje que Dios dio a Michael Boldea a trav�s de un sue�o mientras estaba en North Carolina. Michael pidi� una confirmaci�n de este mensaje y sencillamente le pidi� a Dios que, si el sue�o era de �l, que se lo diera de nuevo. La noche siguiente �l tuvo el mismo sue�o.
EE.UU. tuvo muchas oportunidades de arrepentirse, y mucha gente en forma individual est� todav�a arrepinti�ndose y pidi�ndole al Se�or que entre a su coraz�n. Alabamos a Dios por eso. Sin embargo, desde el 11 de Septiembre podemos ver que muchos en EE.UU. han desatendido las advertencias de Dios, y a trav�s de de este territorio se han hecho esfuerzos para permitir el matrimonio homosexual, eliminar las referencias a Dios de monolitos y construcciones, y hasta el juramento presidencial de lealtad. EE.UU. camina en rumbo directo al juicio y es por esto que los vigilantes est�n sonando la trompeta.
Michael ha pasado 18 a�os viajando a trav�s de EE.UU., 12 con su abuelo Dumitru Duduman, adviertiendo, compartiendo de la palabra de Dios, y hablando s�lo lo que Dios le muestra. Pueda Dios darnos a todos nosotros o�dos para oir este mensaje.
(Ministerios Hand of Help)
Salmo 34:7-8, "El �ngel de Jehova acampa alrededor de los que le temen, y los defiende. Gustad, y ved que es bueno Jehova; dichoso el hombre que conf�a en �l. Temed a Jehova, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen."
A mi regreso a los EE.UU., en Agosto �ltimo, tuve un sue�o muy v�vido y perturbador. Lo compart� con el personal aqu� en Wisconsin, y con otros pocos hermanos, pero continu� en oraci�n buscando la direcci�n de Dios en cuanto a si yo deber�a o no incluirlo en el bolet�n de noticias.
A instancias del personal, y sintiendo la aprobaci�n del Se�or, en esta edici�n del bolet�n de noticias he incluido este sue�o.
Yo so�� que estaba caminando a trav�s de un bosque poco arbolado, y repentinamente mi atenci�n fue atra�da hacia un �guila volando muy por arriba de las copas de los �rboles. Era una hermosa vista contemplar como el �guila remontaba las termales, volando en arcos lentos y perezosos a trav�s del cielo azul. Yo comenc� a apurar el paso y a seguirle el ritmo al vuelo del �guila mientras manten�a mi vista en ella, observando que estaba descendiendo lentamente hacia la tierra. La segu� por un largo tiempo pues su descenso no era pronunciado sino muy gradual.
Finalmente llegu� a un peque�o claro donde no hab�an �rboles, s�lo algunos arbustos en las orillas del verde pastizal. El �guila aterriz� en el claro, y comenz� a mirar a su alrededor aparentemente sin fijarse en m�.
Mientras yo comenzaba a preguntarme cu�l ser�a la importancia de esto, un hombre vestido de blanco y con sus manos tomados por delante apareci� a mi lado, y dijo: "S� paciente, a su debido tiempo t� ver�s el prop�sito."
Yo estaba en silencio mientras observaba al �guila, y mi impaciencia estaba comenzando a crecer cuando, de s�bito, como aparecida de la nada, una serpiente marr�n arremeti� contra el �guila, y la mordi� en su ala izquierda. El ataque de la serpiente fue muy r�pido y muy preciso. El �guila reaccion� sin demora tratando de defenderse y mantener la serpiente a distancia, caus�ndole profundas heridas en el vientre con sus zarpazos y picotazos. Justo cuando parec�a que el �guila estaba ganando la batalla y la serpiente estaba huyendo, apareci� otra serpiente con su cuerpo cubierto de franjas diagonales rojas y negras, y sin vacilar atac� el ala derecha del �guila, mordiendo y neg�ndose a soltar. Despu�s de unos momentos de encarnizado tironeo la serpiente arranc� carne y plumas, dejando una herida considerable en el ala derecha del �guila. La segunda mordedura fue mucho peor que la primera, y por un instante la serpiente qued� aturdida. Entonces una serpiente de muchos colores, mucho mayor que las dos anteriores, se desliz� hacia el �guila, abri� sus mand�bulas y embisti�, aprisionando la totalidad de la cabeza del �guila en su boca antes de morder.
Las serpientes se retiraron, y el hombre que hab�a estado de pie junto a m� camin� hasta el �guila, se arrodill�, la levant�, y la sostuvo en sus manos ahuecadas. La mirada de dolor en su rostro iba m�s all� de lo que yo haya visto en toda mi vida. El s�lo ver la mirada de este hombre romp�a el coraz�n.
El hombre continu� mirando al �guila, y con voz adolorida dijo: "La verdadera tragedia es que en cualquier momento ella pudo haber buscado la seguridad de lo alto, ella pudo haberse remontado hacia los cielos y habr�a encontrado su protecci�n. Esto ha sido revelado a ti, para que t� puedas saber: la primera mordedura ha sido, la segunda est� todav�a por venir, y la tercera ser� su destrucci�n."
Yo observ� por largo rato como el hombre sostuvo al �guila en las palmas de sus manos, sin que la expresi�n adolorida se alejara en ning�n momento de sus ojos. Habi�ndome parecido tan real lo que hab�a visto, yo estaba demasiado estupefacto para hablar o para hacer preguntas. Este sentimiento me persigui� tambi�n una vez despierto, y a lo largo del d�a yo ve�a la escena desarrollarse ante m� cada vez que cerraba los ojos.
Una cosa que siento que es necesario compartir con ustedes es que la segunda mordedura parec�a venir desde un lugar inesperado. Aunque yo tengo mi propia opini�n al respecto, prefiero guard�rmela, porque explayarse en base a opiniones personales es algo peligroso cuando se trata de cosas que Dios revela.
Yo estaba dubitativo de compartir este sue�o, porque s� que algunos lo percibir�n como una raz�n para sentir temor. No es una raz�n para sentir temor, sino una raz�n para despertarse, y reanimarse resueltamente por el reino de Dios. La realidad es que estos son los tiempos que estamos viviendo, y yo estoy entre los que est�n agradecidos a Dios por sus advertencias, sabiendo que sus hijos nunca estar�n desprevenidos de lo que trae el futuro. Todo lo que puedo hacer es instarles a estar vigilantes, y a ser diligentes en sus oraciones al Padre. Esta naci�n est� hoy en m�s necesidad de oraci�n a su favor que en cualquier otro tiempo en su historia. Son las oraciones de sus hijos lo que impulsa a Dios a ablandarse y a demorarse. P�nganse entre medio; ustedes son preciosos a los ojos de Dios, y �l oye las s�plicas sentidas de coraz�n.
Joel 2:12-13, "Por eso pues, ahora, dice Jehova, convert�os a m� con todo vuestro coraz�n, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro coraz�n, y no vuestros vestidos, y convert�os a Jehova vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo."
Con amor en Cristo,
Michael Boldea Jr.