Apreciados hermanos,
Jerem�as 10:12-13: "El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendi� los cielos con su sabidur�a; a su voz se produce muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los rel�mpagos con la lluvia, y saca el viento de sus dep�sitos."
Era 5 de Mayo, y hab�an pasado seis a�os desde que mi abuelo se hab�a ido con el Se�or. Yo pas� el d�a con mi hermanito Daniel, el �nico miembro de la familia actualmente en los EE.UU., y haciendo recuerdos guard�bamos viva la memoria de nuestro abuelo. No lo record�bamos como el Reverendo Duduman, o como el hombre rumano que ten�a sue�os, sino como lo que �l fue para nosotros, simplemente el abuelito. El hombre que nos hac�a saltar en las rodillas cuando todav�a �ramos infantes, el hombre que se transform� instant�neamente en nuestro h�roe cuando se par� en la mitad de un r�o en un caluroso d�a de verano, y se puso a agarrar peces a mano limpia. Fue un buen tiempo de uni�n para nosotros como hermanos, y ambos llegamos a la conclusi�n que, a�n despu�s de todo este tiempo, todav�a lo ech�bamos mucho de menos.
Esa noche, despu�s de la oraci�n, me fui a la cama y tuve un sue�o. So�� que yo estaba sobre un gran pe�asco, con un gran valle extendi�ndose debajo de m�. La noche estaba calma, la luna y las estrellas fulguraban resplandecientes en el firmamento. Mientras miraba alrededor tratando de ubicarme, me qued� estupefacto al ver a mi abuelo de pie a mi lado. El se ve�a joven y vibrante, sus manos en los bolsillos, y una sonrisa en el rostro.
"Tiempos interesantes por delante, mi ni�o, tiempos interesantes por delante," dijo �l. Por un minuto yo estuve tan impresionado que no pude decir cosa alguna. Finalmente espet� la �nica cosa que me vino a la mente: "Han sido interesantes desde que te fuiste. Prueba tras prueba, penuria tras penuria."
"Ahora sabes c�mo se sent�a Jesus cuando �l anduvo en la tierra," respondi� �l, "siempre haciendo el bien, siempre en la voluntad del Padre, sin embargo siempre ridiculizado y rechazado, siempre malentendido y despreciado. Adem�s, de todos modos todo eso fue una prueba."
"�Una prueba de qu�?" pregunt� yo.
"Para ti en lo personal, Dios quer�a ver si t� permanecer�as fiel a tu llamado aun cuando todo pareciera perdido. El estaba prepar�ndote y purg�ndote, refin�ndote, para el tiempo cuando �l te use y te hable como me habl� a mi."
Antes que yo pudiera decir algo, �l levant� su mano para detenerme. Sus dedos ya no estaban torcidos por su artritis. Ellos estaban rectos y normales.
"Yo s� que lo que t� me vas a decir mi muchacho, no es lo que t� quieres, no es lo que t� pediste. Pero a estas alturas t� debieras saber que es la tarea para la cual fuiste escogido. En esto no tienes elecci�n, adem�s, �d�nde puedes t� esconderte del rostro de Dios? Los hombres lo han intentado antes, y mira lo que result� al final. Rechazar lo que Dios ha planeado para ti es negar a Dios. T� sabes cu�les son las consecuencias."
Incapaz de hallar palabras para contestar, yo simplemente asent� bajando mi cabeza, y lo dej� que continuara hablando.
"En cuanto a por qu� el ministerio tuvo que pasar por lo que pas�, Dios ya ha hablado de eso a tu coraz�n. T� ya sabes la respuesta. Dios quiere que todos los que saben de este trabajo est�n ciertos de una cosa. Es �l quien lo sostiene; es �l quien lo bendice, y no las manos de hombres o sus artilugios. �Crees t� que aqu� todav�a quedar�a algo de ello, despu�s de todo lo que ha pasado, de no ser por Dios? Nunca dudes de las promesas de Dios concernientes a este trabajo, o de su capacidad para cumplirlas. La esperanza en Dios nunca decepciona; la esperanza en el hombre siempre conduce a la desilusi�n."
"Ahora, respecto a la raz�n por la cual estoy aqu�, yo fui enviado para mostrarte algo. Mira y ve," dijo �l, apuntando abajo hacia el valle. Al mirar, yo vi formarse la silueta de un mapa de EE.UU. y luego las l�neas de contorno de los estados. Mientras yo segu�a observando a este mapa tomar forma, peque�as luces comenzaron a parpadear en forma intermitente en algunos de los estados. Reconoc� a California, Illinois, Michigan, Arizona, el estado de Washington, Florida, y New York, entre los estados que se encendieron. La luz era r�tmica, de progresi�n constante, casi como la de una baliza. Yo segu� observando como las luces se encend�an y apagaban, esperando que algo m�s ocurriera, pero nada pas�. Finalmente dije: "No entiendo. �Qu� significa esto?"
"Estos son los lugares donde se han ubicado aquellos que fueron enviados aqu� hace largo tiempo atr�s, para producir temor y provocar caos. Ellos est�n al acecho planificando y tramando destrucci�n. Ellos son como serpientes enroscadas, anticipando la hora en que ser�n soltados sobre esta naci�n. Si los hijos de Dios oran, una vez m�s �l postergar� el tiempo de aflicci�n que a�n est� por venir."
Estuvimos en silencio sobre la pe�a por un largo tiempo. Un rato despu�s las luces terminaron de parpadear abajo en el valle, y el mapa comenz� a desdibujarse. Mi abuelo gir� de pronto su cabeza hacia el este, y comenz� a olfatear el aire como �l sol�a hacer. "Viene tormenta, mi muchacho, y es una grande," dijo �l. "Ahora dale un abrazo a un anciano, y d�jame seguir camino. Permanece vigilante, y trabaja mientras todav�a puedas; esto es todo lo que Dios pide de cualquiera de sus siervos. Si el Padre lo quiere, volveremos a hablar."
Mientras abrazaba a mi abuelo, yo comenc� a oir el fragor de una gran tormenta. El cielo por encima se oscureci�, y el estampido del trueno era ahora audible. En mi sue�o yo cerr� mis ojos, y cuando nuevamente los abr�, yo estaba despierto en mi cama. Me limpi� las mejillas con el dorso de la mano, y me di cuenta que yo hab�a estado llorando. Cuando mis ojos comenzaron a ajustarse a la oscuridad, vi que mi esposa estaba sentada en la cama con la vista clavada en m�. Cuando le pregunt� por qu� no estaba durmiendo, ella dijo que yo hab�a estado conversando dormido por m�s de treinta minutos. Yo trat� de volver a dormir, pero el sue�o no ven�a. Finalmente dej� de intentarlo, fui a la cocina y or� hasta la ma�ana.
Durante los �ltimos d�as he pasado mucho tiempo en oraci�n respecto a si yo deber�a o no compartir este sue�o. Yo creo que se supone que s�, y es por esto que lo he incluido en esta edici�n del bolet�n de noticias. Mi oraci�n es que nadie lo vaya a tomar como motivo para sentir temor, sino m�s bien como un motivo de esperanza. Dios escucha los oraciones de sus hijos, y mientras �l nos anime a orar, nosotros debemos hacerlo sin reservas. El d�a vendr�, un d�a que yo anticipo con gran espanto, cuando Dios hablar� a sus hijos como le habl� a Jerem�as, y dir� que ya no oremos m�s por este pueblo, ni que volvamos a derramar l�grimas por ellos. Por ahora, mientras todav�a podemos, sea as� que podamos traer sin cesar nuestras peticiones delante del Se�or.
Pueda la gracia del Salvador viviente abundar en ustedes, y que la paz de nuestro Se�or resucitado est� siempre presente en sus corazones. Como siempre, sus oraciones son anheladas, y nuestras oraciones est�n con ustedes.
Jerem�as 18:7-10, "En un instante hablar� contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y destruir. Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual habl�, yo me arrepentir� del mal que hab�a pensado hacerles, y en un instante hablar� de la gente y del reino, para edificar y para plantar. Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentir� del bien que hab�a determinado hacerle."
Con amor en Cristo,
Michael Boldea Jr.