Una Palabra Reconfortante - handofhelp.com - Printer Friendly Version - Print

Una Palabra Reconfortante


Abril 19, 2005

Estimados Hermanos,

Isa�as 43:2-3, "Cuando pases por las aguas, yo estar� contigo; y si por los r�os, no te anegar�n.  Cuando pases por el fuego, no te quemar�s, ni la llama arder� en ti.  Porque yo Jehova, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador."

Dios me ha bendecido con una esposa comprensiva.  Si no fuese as�, yo no podr�a hacer lo que hago.  Me lo paso en la carretera la mayor parte del tiempo, y cuando logro pasar una noche en mi propia cama, me doy vueltas en ella pensando acerca del pr�ximo viaje que estamos cerca de emprender y cu�ntas horas nos tomar� llegar all�.

La primera semana de Marzo est�bamos en California, y despu�s de predicar en la iglesia de un amigo ese Domingo en la noche, regresamos a nuestro hotel a empacar para el vuelo de la ma�ana siguiente.  A trav�s del d�a mi esposa hab�a estado en mi coraz�n, y yo me sent�a no poco culpable sabiendo que llegar�a a casa ese Lunes por la noche para empacar y partir nuevamente el Martes en un viaje de predicaci�n por diez d�as.

Esa noche al irme a cama or� que Dios mantuviera en resguardo a mi esposa, como lo hago cada noche, y ca� en un sue�o intranquilo.  Mientras dorm�a tuve un sue�o.

So�� que yo estaba dormido, cuando repentinamente sent� una presencia en mi habitaci�n.  Abr� mis ojos, para ver un hombre de pie al lado de mi cama, manos al costado, mir�ndome.  Yo me sent� y esper� que el hombre hablara.

"El Padre me ha enviado para fortalecerte," comenz� �l.  "T� has dicho en tu coraz�n, 'Yo s� lo que ha de venir y no lo temo, pero si es tu voluntad, protege a la que yo amo."

"Ven, ve, y s� fortalecido," me dijo el hombre extendi�ndome su mano derecha.  Yo tom� su mano, e instant�neamente estuvimos en una alta meseta de tama�o muy extenso.  Mientras miraba y mis ojos comenzaron a ajustarse a la penumbra, yo me di cuenta que no est�bamos solos. Un gran ej�rcito estaba cuadrado en posici�n firme, todos vestidos para la batalla, espadas en mano, cada uno despidiendo un leve brillo que parec�a venir del interior.  Hab�an filas y m�s filas de �ngeles en armadura, en perfecta formaci�n.  Era una vista pasmosa de contemplar.  Me qued� sin habla mientras escrutaba al gran ej�rcito que se extend�a tanto como la vista pod�a alcanzar.

De pronto el hombre que estaba junto a m� hizo un gesto casi imperceptible de asentimiento con su cabeza, y el ej�rcito completo ascendi� hacia los cielos como un mill�n de luci�rnagas, y comenz� a dispersarse, cada uno yendo por su propio camino.

A�n demasiado estupefacto para hablar, yo segu� las luces con mis ojos, hasta que ya no pude verlas m�s.  Antes que pudiera hacer pregunta alguna, el hombre me mir�, y sonri�.

"Ellos son los guardianes," dijo, "ellos son los protectores de los justos.  Pronto todos ver�n la diferencia entre el justo y el malvado, entre aquellos puros de coraz�n y aquellos en quienes a�n habitan tinieblas.  Pronto comienza."

Cuando �l habl� estas palabras, el suelo comenz� a sacudirse bajo mis pies, y o� una poderosa explosi�n a mi izquierda, luego otra a mi derecha.  Al despertar, yo pod�a sentir un calor quemante en mi cara.

Comparto este sue�o hoy, en la esperanza de que les fortalecer� a ustedes tanto como me ha fortalecido a m�.  Como hijos de Dios no deber�amos temer aquello que ha de venir sobre la tierra.  Nosotros somos sus amados, y los �ngeles de Dios ya han sido despachados para proteger a Sus Hijos.

Nuestro deber sigue siendo el que siempre ha sido, el cumplir d�a a d�a la voluntad de Dios, crucificar d�a a d�a la carne, y perseverar diariamente en el deseo de conocer m�s de �l.

Salmo 34:2-3, "En Jehova se gloriar� mi alma; lo oir�n los mansos, y se alegrar�n.  Engrandeced a Jehova conmigo, y exaltemos a una su nombre."

Salmo 34:7, "El �ngel de Jehova acampa alrededor de los que le temen, y los defiende."

Con amor en Cristo,

Michael Boldea Jr.


Copyright © 2010-2024 handofhelp.com